Lucidez

He oído hablar de aquellos que poseen el secreto, la razón, el principio y final del Todo. Se que ni ellos lo saben, cuando se dan cuenta es demasiado tarde. Ya que de su Poder no pueden escapar ni ellos mismos, los engulle en su omnipotencia. Anubis quien les sirvió antes de Usir—mal llamado Osiris-, era un dios esclavizado por el Poder destos. Poderoso en su trono, mas un poder limitado por la grandeza de aquellos a quienes debería servir eternamente. Nadie mas que ellos han logrado, que toda una estirpe inmortal fueran sus sirvientes, cuentan de aquella con cabeza de serpiente, hija del propio Anubis encargada de saciar su eterna sed. Me han dicho sus propios llantos quel Érebo, quien se creía a si mismo dios, no fue mas que un manto para calentar sus pies. He oído el desgarramiento celestial ante las inevitables tijeras de la temida Átropos, lo único de inevitable es el descanso de las frágiles manos de Átropos, en su eterna labor ante la grandeza de aquellos quienes esclavizan a las deidades a sus pies. Sabido es que lo único eterno es el cambio, pero sobre esta máxima—que labro el antiguo Heraclito en su lucidez—se encuentra el Poder de ellos. Existe algo que nunca cambia, lo quintaesencial del universo.

Doncella, madre y viuda es a su vez este Saber. La esperanza ha sido su acompañante eterna. He logrado conocer los infranqueables ojos, de aquellos quienes nunca los cierran—todo depende del ritual-, estos son quienes poseen la Visión que ni el propio Argos lograría vislumbrar. He oído de su silencio que todo lo dice, una infinidad de verdades una concepción del Todo, pero su Saber es egoísta y arriesgado, se lleva acabo en soledad, solo el cordero logra poseer el Todo. He visto la marca de Ixtab, en todos los que inevitablemente se han convertido en iniciados y a su vez maestros de este culto. Tengo conocimiento desto, pero el conocer implica no conocer.

Me atrevo a escribir—protegido bajo el danzante incienso y dentro de un pentagrama dibujado con mi propia sangre—que nos envidian los dioses, odian servirnos y han logrado manipularnos de tal modo que temamos nuestro Poder, su misma grandeza implica nuestra mayor desgracia. Espero que ninguno de los obstáculos que han impuesto los dioses, logre detener mi Saber, que se alza pronto, precoz y presente ante mi. Me hallo impaciente esperando que mi sangre huya rápidamente de mi ser, y nutra a la tierra que dio fruto a este humilde escritor, que pronto pasara a ser uno o algo mas que el Todo.